La tradición tebana cuenta que Sémele era hija del rey Cadmio, de Tebas, y de Harmonía. El dios Zeus la eligió como una de sus tantas amantes humanas, y de uno de sus encuentros nació Dionisos. Como suele suceder con los amoríos de Zeus, esté despertó la ira de Hera, que siempre se las arreglaba para llevar a la muerte y a la locura a las amantes de su esposo.
Hera se transformó en la vieja Béroe, la nodriza de Sémele, y se acerco a la niña diciéndole que debía dejar de tener encuentros con Zeus. Al no obtener resultados, Her decidió vengarse y le dijo a la muchacha que en realidad no estaba siendo amada por Zeus, sino por un hombre común que se aprovechaba de su inocencia.
¿Cómo descubrir a un dios del Olimpo?
Hera, transformada, le dijo a Sémele que le exigiera una prueba de su verdadera identidad al Dios del Trueno. Solamente así la joven se daría cuenta qué en realidad era un simple mortal, y no el dios principal del panteón romano.
Sémele estaba embarazada en ese entonces, así que no dudo en ir a pedirle a su amado que le demostrará su poder, su verdadera forma. Zeus intentó convencerla de que pidiera otra cosa, pero finalmente apareció en todo su esplendor y la muchacha no pudo resistirlo y los rayos terminaron con su vida.
Dionisos fue arrancado del vientre por Hermes y cosido al muslo de Zeus, por eso su nombre: Dionisos –el dos veces nacido-. Posteriormente este dios descendería al Hades a rescatar a su madre, qué terminó convertida en Tione (la ardiente), diosa del matrimonio.
El artículo La tragedia de Zeus y Sémele ha sido originalmente publicado en Destino y Tarot.